Publicidad

 

UC - Críticas

Países: Argentina y Brasil.

Año: 2013.

Duración: 95 min.

Género: Comedia dramática.

 

Dirección: Daniel Burman.

Guion: Daniel Burman y Sergio Dubcovsky.

Producción: Diego Dubcovsky y Daniel Burman.

Música: Nico cota.

Fotografía: Daniel Ortega.

Montaje: Luis Barros.

Dirección artística: Margarita Tamborino.

Vestuario: Roberta Pesci.

Distribuidora: Festival Films.

 

Estreno en España: 29 Agosto 2014.

Calificación por edades: Apta para todos los públicos.

Interpretación: Guillermo Francella (Santiago), Inés Estévez (Laura), Fabián Arenillas (Eugenio), Alejandro Awada (Odukian), María Fiorentino (Elena), Sergio Boris (Sergio).

 

EN REALIDAD, NO HAY NINGÚN MISTERIO


Casi desde que lo descubrí, desde El hijo de la novia (Juan José Campanella, 2001), hasta la simpatiquísima Días de vinilo (Gabriel Nesci, 2012), había entendido el humor argentino como un subgénero tan estimable como el inglés dentro de la noble maestría de la comicidad; me he desternillado entre quilombos, jodas y sorbitos de mate. Pero hoy tengo un motivo para pensar que eso que parece un don innato no es una cuestión geográfica que se extienda por toda una nación. Para entendernos: de igual forma que hay sevillanos sin gracia, habrá argentinos sin gracia. Y Daniel Burman, el director de la película de marras, no es que no lo intente, sino que no remata.




SINOPSIS: Santiago (Francella) y Eugenio (Arenillas) son amigos: amiguísimos. Comparten el mismo desayuno, el mismo modelo de coche y un lenguaje no verbal que les convierte en cómplices socios de una tienda de electrodomésticos. Llevan una vida acomodada, apacible, y sin secretos para el otro. Una amistad idílica que da un vuelco cuando Eugenio desaparece sin dejar rastro. A partir de ese momento, Santiago deberá lidiar con la impulsiva y automedicada mujer de Eugenio, Laura (Estévez), quien se empeña en que la desaparición es, más bien, una huída, algo que Santiago se resiste a creer: si su amigo se hubiese marchado, ¿acaso no habría sido él el primero en enterarse?


 

El misterio de la felicidad abre un abanico de tramas por las que tanto guión como dirección cavilan a medio gas. Por un lado, nos encontramos ante uno de esos romances de amor-odio que despejaron todas nuestras dudas la tercera vez que triunfaron en una historia. De ahí para adelante, todo es igual. Cabe decir que funciona en algunos momentos puntuales, pero acaba dejándote un regusto agridulce que se vuelve demasiado indiferente. Por otro lado, la amistad apunta a ser otro de los puntos fuertes de la historia, pero se queda ahí, apuntando a. La relación entre Santiago y Eugenio se retrata de una manera tan artificial que se queda con la confianza de defecar al unísono y en baños contiguos en una secuencia inicial que, de facilona, resulta larga, y de larga, innecesaria. Y en tercer lugar, la que podría ser la gran baza del guión de Burman y Dubcovsky, ese supuesto misterio con el que juega el título en su doble sentido, el «¿dónde está Eugenio?», vuelve a quedarse sin fuelle cuando apenas pasada la mitad del metraje somos capaces de resolverlo con la lucidez de un 2+2.



Tras un final hueco de sensibilidad y emoción que ni siquiera zanja la mínima cuestión que pueda interesarte, de El misterio de la felicidad querrás salvar a Inés Estévez y a un par de escenas con las que su personaje logrará sacarte las únicas carcajadas que estarás dispuesto a soltar. Tras el éxito de Corazón de León, Francella cruza el charco hasta las pantallas españolas con un producto cuyo mayor misterio sería que, aunque lo hiciera allá, sobreviviese en la taquilla patria.   




UC (Fran Bailén).

TRAILER